14 de marzo de 2012

Problemas para comer fuera de casa


Hace unos años decidí dejar de comer carne, pescado y cualquier animal. Decidí , por una desagradable experiencia, que sólo comería aquello que con mis manos pudiera sacrificar.
Quizás a algunos les parezca extraño, a otros ridículo, y a otros les parecerá de lo más normal.
Hoy día hago pocas excepciones  y son pocas las ocasiones en las que como carne. Me hago anualmente análisis de sangre y sin duda, mi salud está estupenda y no tengo carencias de nada, ni de hierro (por lo de la carne) ni de nada.
Es mi decisión, no pretendo  ni predicar el vegetarianismo, ni demostrar que se puede vivir perfectamente sin la necesidad de sacrificar ningún animal. Por suerte, en la zona del planeta donde vivo, puedo permitirme no comer carne ni pescado, no sería de este modo si fuera un esquimal, el cual tiene su sistema digestivo preparado para alimentarse de carne cruda y donde vive, sería muy raro encontrar un amplio surtido de hortalizas.
Mi experiencia, que es en lo que baso casi todo lo que escribo en este blog, me dice que por desgracia, en los restaurantes, no encontramos menús o platos elaborados que no se basen casi exclusivamente en la combinación de sabores, colores y texturas.  A lo largo de mi vida he aprendido que  (lógicamente) cocinar debía tener algún sentido más que el simple hecho de convertirse en un artista alquímico que aspira a tener estrella Michelin y ser famoso.
Estoy muy contento de todo lo que he aprendido durante años en todas las cocinas por las que he pasado, corto o largo tiempo, y donde me he enriquecido de las experiencias con otras personas que también, la gran mayoría, disfrutaba cocinando durante muchas horas para que la gente que venía a comer, pudiera disfrutar de nuestro trabajo. De hecho, para mi es el acto de cocinar para alguien lo que más me llena. Mi dedicación, mi concentración, mi meditación mientras cocino. Porqué mientras lo hago, no pienso en otra cosa. Me vuelco en lo que cocino y le pongo toda mi intención.  ¿Por qué creéis que la comida de las abuelas siempre sabe tan rico? Porqué son comidas llenas de amor y dedicación.



 
Además de todo esto, cocinar y combinar alimentos debe tener un sentido y una lógica, que con el paso de los años se ha perdido. Ahora más que nunca tenemos la ciencia a nuestra disposición, y ésta nos sirve muchas veces para desmentir  o corroborar ciertas creencias que estaban del todo afincadas en nuestra sociedad.  Me refiero a toda la información que nos está llegando de numerosos estudios  de numerosos científicos, que gracias a ellos están empezando a cambiar los paradigmas dentro de la alimentación, o por lo menos mucha gente se está empezando a preocupar por lo que comemos. Y no sólo por simple curiosidad, sino porque nos encontramos en una época donde más controles sanitarios sobre los alimentos se hacen, donde más producción industrial “controlada” tenemos, y a pesar de ello, no paran de surgir nuevas enfermedades y alergias relacionadas con la alimentación.  Gracias a la extensa red de información que se ha convertido Internet, podemos estar más informados que nunca y saber o por lo menos conocer los últimos descubrimientos o estudios que se realizan por todo el mundo. Podemos por fin contrastar la información que siempre nos han dado y se nos ha hecho creer como cierta, y sacar nuestras propias conclusiones al respecto.
    
Mi esperanza es que el mundo de la alimentación cambie. Que se convierta en lo que Hipócrates decía hace  mucho tiempo y que es sin duda mi lema y el lema de esta blog:
“Que la alimentación sea tu medicina, y la medicina tu alimentación”
Esta máxima, es sin duda la que corrobora que algo en nuestra alimentación está pasando. Algo que más allá de nuestra comprensión  podemos llegar a entender. Quizás pueda parecer “conspiratorio”, pero si imagino este planeta como una gran empresa, y yo fuera su empresario, no cabe duda que querría tener todo bien atado para enriquecerme desde todas las fuentes posibles, empezaría por la alimentación y acabaría por la industria farmacéutica.
 

 Cada vez que decido salir a comer fuera o algún amigo me invita a comer, me dicen que soy “especial” para comer. Y es que este mundo todavía no está pensado para gente que sí le importa su alimentación y la procedencia de los alimentos. Por consiguiente, casi no salgo a comer fuera de casa, porqué no encuentro platos ni menús “equilibrados” o hechos con un mínimo de valores nutricionales y la principal prioridad de muchas personas es la de salir con el estómago lleno. O por el contrario, te sirvan ínfimas cantidades de comida en un plato enorme, sin ningún tipo de criterio nutricional.  “Hay que sorprender al cliente”, eso es todo.
Ese creo que es el problema, que el cliente no sabe lo que debe comer. Como decía, mi sueño es que poco a poco los clientes empiecen a saber qué comer y qué pedir, y así de este modo, o desaparecerán los restaurantes o se adapatarán a nuestras necesidades fisiológicas y nutricionales.
Entonces, si comemos fuera de casa y estamos empezando a tomar conciencia en que comer es además de un placer, una necesidad y que no cualquier cosa sirve para llenar el estómago y ya está. ¿Qué es lo que deberíamos comer? Pues bien, si el restaurante al que vamos es de una calidad “media”,  en principio no tiene porqué ser difícil escoger un menú correcto. 
 
Basándonos en lo que explicamos en otro artículo sobre la combinación de los alimentos, podemos escoger un plato de pasta de primero. Esto es preferible a elegir un plato de arroz, ya que el arroz blanco al estar completamente descascarillado se convierte en una caloría vacía, es decir a parte de los hidratos, no aporta nada más. Si el arroz es integral,  el aporte nutricional se vería enriquecido por tener además sales minerales y vitaminas. Si escogemos pasta blanca es porqué el refinado suele ser menor que el del arroz y conserva más nutrientes aunque le hayan quitado el germen. La pasta suele ir acompañada o de verduras, de frutos del mar, de salsa de tomate, salsa pesto o tan solo con aceite y sal.
De segundo, unas verduras salteadas, a la plancha, a la brasa, unos espárragos, serán perfectos también como plato principal. Cualquier plato de verduras puede servirnos para hacer nuestra comida más completa.
En cuanto a los postres, es aquí donde empiezan los problemas. Socialmente está más que arraigado que después de comer, casi instantáneamente , nos merecemos nuestro dulce, nuestro helado, nuestra bomba de azúcar, leche y calorías. Hay quién ya tendrá por costumbre tomar fruta de postre, recordar la combinación de la fruta según lo que hayáis comido, no combinar una fruta ácida después de un plato de hidratos, pues la digestión será pesada y no se podrán asimilar muchos de los nutrientes.
Una manzana o una pera se pueden tomar después de cualquier comida. Son un comodín perfecto.  En España, como ya comentamos en otro artículo, sería conveniente no tomar plátano más que después de hacer  ejercicio,  por sus características expansivas, más propias del clima tropical. Siempre recuerdo algún tenista que en los descansos durante el partido come plátano y galletas. Ahí tiene mucho sentido comer plátanos.
  En cuanto a la carne y sus derivados sería interesante reducir su consumo, sobretodo la carne roja y por supuesto la carne de cerdo que es la que más toxinas acumula en su organismo. La leche que es el principal alimento de los carneros , deberíamos no tomar o reducir su consumo. Cientos de estudios demuestran la mala digestibilidad de la proteína de la leche y su desproporcionada relación nutricional con la leche materna humana. Cosa que la convierte en un alimento “ilógico” en nuestra dieta.
Por supuesto el azúcar, ni que decir que su consumo deberíamos poder reducirlo a cero. Está más que demostrado que causa síndrome de abstinencia en nuestro organismo como una droga y es el causante de muchas enfermedades.
Los fritos, por supuesto no es recomendable comerlos en casa y menos fuera de ella, pues los “aceites” que se utilizan para freír se ven sometidos a largos períodos a lata temperatura, lo que genera una cantidad muy importante de radicales libres. En los restaurantes se suele utilizar el mismo aceite muchas veces. La ingestión de radicales libres  del aceite “requemado” a parte de ser cancerígeno, nos causará cansancio, pesadez en la digestión, flatulencias, y  además nos envejece los tejidos de nuestro organismo. Se puede considerar un elemento peligroso para nuestra salud. Os recomiendo en casa, si queréis freír algo, utilizar aceites de calidad y que aguanten temperaturas altas como sería el caso del aceite de oliva virgen.


Comer fuera de casa no es siempre un problema, pero si que a veces hay que hacer un esfuerzo en pro de nuestra salud y no de lo que nos entra por los ojos o por el olor.  El ser humano es un ser de costumbres, así que ya sabéis que no siempre es fácil cambiar hábitos y la alimentación es un gran hábito que realizamos por lo menos 3 veces al día. De ahí la importancia de re-aprender a comer, de convertir nuestros alimentos en medicina, de regular nuestro organismo. De adelgazar o engordar  de manera natural. De curarnos de muchas alergias o enfermedades. De poder vivir más años y con mejor salud.
Está en nuestras manos empezar a cambiar el sentido de la alimentación. 



Orgonauta.

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